Esta relación empieza con sonrisas, a medida que los cuidados de Cáncer sosiegan el inquieto espíritu de Acuario, poniendo las primeras piedras de un cálido nido de amor para su futuro compartido.
La relación amorosa es tierna y sincera, endulzada por la admiración incondicional que Cáncer demuestra desde el principio.
Pero un buen día Acuario descubre al despertar que sus promesas despreocupadas han acabado por conducirlo a un calabozo, y que el manto de adoración con el que Cáncer lo envuelve comienza a sofocarlo.
Las escenas de celos se suceden y las llamas de la pasión son extinguidas por un diluvio de amargas lágrimas.
No obstante, este amor puede triunfar con las concesiones y compromisos de ambas partes.
Acuario debe esforzarse verdaderamente para vencer sus dudas secretas sobre su propia capacidad de amar, y sus preocupaciones con respecto al rechazo; al tiempo que Cáncer raciona sus variables estados de ánimo, que pueden congelar a Acuario.
La recompensa es una pareja que nunca dejará de sorprender a sus integrantes.