Djed

Amuletos y TalismanesSímbolo de estabilidad asociado a Osiris, el cual debía proteger a los muertos en su paso al más allá, y por ello este amuleto era utilizado por los egipcios.
Los antiguos egipcios habían progresado mucho en todos los aspectos, y los pensamientos eran con frecuencia orientados por el shaman del pueblo, en un sistema hipercomplejo de dioses y diosas con un juego de rituales detallados cuidadosamente. Los dirigentes se afianzaron, como se ha hecho a menudo, exigiendo su derecho a gobernar por ser un mandato de los dioses. Este derecho divino de los reyes produjo en el futuro una serie de semidioses, algo así como un buen dios, y el rey se convirtió en el faraón, el dios-rey. Desde que el faraón era ya uno de ellos, este concepto fue impulsado fuertemente por los sacerdotes, pues convertirse de la noche a la mañana en consejero y cuidador de un dios no estaba al alcance de cualquiera. Egipto tuvo en esa época una teocracia firmemente atrincherada, lo que les permitió un progreso material y tecnológico superior a cualquier otro país.
En cualquier época los requisitos de comida en una ciudad son mayores que en un pueblo, y por ello en el antiguo Egipto se confiscó el grano como tributo y se guardó en los graneros reales. Estos graneros simplemente eran edificios de almacenamiento sin ventanas y, como todos los edificios, no estaban a salvo de la invasión de pequeñas criaturas: nuestros viejos amigos los ratones y las ratas.
Con todo ese grano apilado en grandes montones los roedores tenían una despensa inagotable y un lugar tranquilo para comer y aparearse, dos cosas a las que todo el mundo nos apuntamos. Pronto esto se convirtió en un problema para el faraón, hasta que se le ocurrió requisar a todos los gatos de la comarca y emplearlos para combatir a los bichos.
Tratando a los gatos como personas, a algunos mejor aún, surgió un problema que ni siquiera el faraón podía resolver.
Siendo él un dios, probablemente con sabiduría divina, no podía dedicarse a acariciar y mimar a los gatos más que a su propia esposa, por lo que resolvió el problema de una manera sencilla: desde ese momento todos los gatos de Egipto eran semidioses. Como consecuencia de ello, pronto hubo decenas de miles de pequeños peludos corriendo y ronroneando, tratados como divinidades. Y como en todas las locuras del hombre, estamos seguros que los gatos ignoraron este ascenso suyo en la escala evolutiva.

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