El niño Cáncer 1

Cuando tienes a tu cargo un Cangrejito sensible, es realmente urgente saber reír y llorar con él, y calmar sus miedos, de los que estará demasiado provisto. Posiblemente tu niño lunar no reúna todos los miedos de la lista, pero descuida, que tendrá unos cuantos. Es posible que le dé miedo dormir a oscuras, sin que haya encendida una lucecita, que le asusten el fuego y los fósforos o tenga miedo de los automóviles y de los ruidos. Pueden asustarle los extraños, los animales grandes, las luces brillantes, las comidas que no conoce, el relámpago y el trueno.
Muchos de estos pequeños lunáticos se ponen melancólicos cuando llueve. Un chaparrón de otoño o de primavera puede tener efectos extraños sobre su naturaleza: puede hacer que de pronto sienta deseos de escribir un poema, pintar un cuadro o componer música. En otros momentos, puede inducirle a esconder la asustada cabecita debajo de las mantas, mientras el trasero se destaca, visiblemente tembloroso.
Son niños que necesitan mucha empatía emocional para desarrollar sus bellas cualidades artísticas y creativas. Si no les falta durante sus años formativos, eso les ayudará a convertirse en adultos pacientes, generosos, serenamente seguros de sí mismos y de corazón abierto. Si se ven privados de una atenta comprensión, su ternura y suavidad naturales pueden deformarse, convirtiéndose en autocompasión y en constante cavilación, amarga y silenciosa. El miedo, a menos que se le haga frente desde temprano, puede convertirse en prejuicio ilógico y en odio. Los Cangrejos que se han visto impedidos en su desarrollo afectivo suelen convertirse en seres desconfiados, a menudo vengativos e incluso suicidas. En el mejor de los casos, esos hombres y mujeres lunáticos y desdichados llevan una vida triste y monótona, a menos que tomen la dramática decisión de dedicarse a levantar un imperio financiero o a desarrollar un talento latente.
Cualquiera de ambas cosas puede sustituir misericordiosamente el amor y el afecto que faltaron al tierno corazón lunar en el momento en que era más vulnerable: en la niñez.
Nunca se insistirá demasiado en que estos niños tan sensibles pueden imaginarse injurias o agravios, e imaginar un rechazo que jamás existió. Hay que tener especial cuidado en convencerlos de que son buenos, inteligentes, bonitos, despiertos, de que se les ama y se está contento de ellos. Muchos padres lo intuyen, y por eso son tantos los Cangrejitos tan mimados en su casa que se quedan atónitos de adultos, al comprobar que el mundo se desinteresa bastante fríamente de sus deseos personales. No es de admirarse que tantos Cáncer recuerden afectuosamente a mamá y le erijan poco menos que un santuario a medida que se hacen mayores. Nadie mas, nunca, cuidará tanto de ellos. Con un niño lunar, la cuestión es siempre no ser demasiado firme y deformarlo, ni demasiado tolerante y malcriarlo.
Encontrar el punto medio nunca es fácil, y tal vez el problema te cueste algunas noches de insomnio. La clave es relajarse. El amor sabe por lo general encontrar el camino. La mejor fórmula es: una buena zurra, a la antigua, cuando la necesite, y en todos los demás momentos muchos abrazos, besos y expresiones físicas de afecto.
Normalmente, los maestros encuentran que los niños Cáncer se destacan en historia. Es raro que se olviden de fechas o de acontecimientos. Eso se debe a que, gracias a su sensibilidad de espejos, pueden leer algo referente a un suceso acaecido hace mucho tiempo y creer así que ellos mismos estuvieron allí. Si los héroes de nuestra historia pudieran regresar a contarnos su vida, es probable que no lo hicieran de manera más vívida que la que tiene el joven Cáncer de hablar de los hechos de un pasado lejano y polvoriento. Es como si realmente hubiera asistido a la expulsión de los árabes, a la partida de las carabelas de Colón o la comitiva de Juana la Loca paseándose por España.
Es difícil que haya detalles que él sea incapaz de imaginarse. No es de extrañar que sean tantos entre las chicas y muchachos de este signo los que, llevados por su sensibilidad, se dedican al teatro, se muestran creativos en la fotografía o se distinguen en una carrera musical o artística. Es posible que algunas veces los maestros de jóvenes lunares se quejen de que son testarudos o de que sueñan despiertos, pero habitualmente ninguno de estos fallos es lo bastante pronunciado como para constituirse en un verdadero problema. Es posible que haya cierta exageración: el chico puede contar como le atacó un oso en el bosque para explicar los rasguños que se hizo al caerse por los escalones del porche. La niña puede referir una patética historia de padres crueles que la mandan a la cama sin cenar, cuando todo se ha reducido a una discusión familiar de las más comunes. Pero cabe esperar algunas historias fantasiosas cuando se piensa en la fuerte impresión mental provocada por la lectura de relatos de aventuras sobre la imaginación lunar. Cuando su corazón está realmente dolorido, en lugar de hacer de ello una tragedia ficticia, el niño Cáncer típico tenderá normalmente a quedarse callado y a negarse a hablar del asunto. Como dice un viejo proverbio chino: “El que realmente está herido, no habla”.

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