La mujer Cáncer 3

Una dedicación y una devoción tan completas pueden proporcionar a la prole un maravilloso lecho de plumas y fuente de seguridad para cuando la vida llegue a ser demasiado real, pero también pueden hacer que los hijos sean dependientes en un grado anormal de los vínculos hogareños, e incapaces de ver sus propias faltas. Muchas veces es imposible decir si es la madre Cáncer la que mantiene a los hijos atados a sus faldas, o si son ellos mismos los que aseguran el nudo. Son madres que guardan todos los cuadernos de la escuela, cuelgan orgullosamente en las paredes torpes dibujos a lápiz y conservan con ternura los zapatitos envueltos en papel de seda. Esos ajados trozos de cabritilla blanca son preciosos, porque la madre lunar, con su memoria clara y fotográfica, recordará los primeros pasos de un niño mucho después de que éste haya volado del nido. También el vuelo suele ser doloroso. Las mujeres de este signo se resisten a dejar que sus hijos asuman los lazos matrimoniales. Tienden a sujetarlos demasiado y durante demasiado tiempo, y les parece que nadie es suficientemente bueno para ellos. Hay veces en que la novia –o novio– en potencia del hijo de una madre Cáncer tiene que pasar poco menos que por el test de Rorschach para ser aceptado.
Conocí una vez a una madre Cáncer que solía ir a buscar todos los días a su hijito a la salida de la escuela. El niño salía siempre del aula como propulsado por un cohete y empezaba a correr furiosamente por el patio de la escuela, antes de acercársele. Una vez que fue en compañía de su hermana, la tía empezó a correr tras el niño, pero la madre Cáncer la detuvo. “No, déjalo –le dijo–. Está soltando presión. Cuando ya no necesite correr, vendrá”. Finalmente, el hijo se le acercó tranquilamente y le dijo, tomándola de la mano: “Vamos mami, que tengo hambre”.
Este episodio resume toda la actitud de la mujer lunar hacia todas las formas de amor, y muy especialmente hacia su matrimonio. Es su extraña forma de posesividad, inconmovible, pero nunca agresiva. En lo profundo de su corazón, ella sabe que por mas lejos que te vayas en pos de tu sueño, siempre volverás, y ella estará ahí, esperándote pacientemente. Sus ojos seguirán teniendo la belleza de la mágica Luna que tú recuerdas, de la cocina llegará el delicioso aroma de las especias, y ella te preguntará que tal fueron las cosas, y como te sientes. Si algo te fue mal y vuelves derrotado, ya encontrará ella la forma de hacerte reír. Después te llenará el estómago y, cuando ya estés relajado, ahuyentarás suavemente tus preocupaciones con sus consejos sensatos y su humor imaginativo. Mas tarde, cuando a la luz del fuego mires ese rostro sereno, volverás a preguntarte: “Realmente, ¿es la doncella lunar de algún jardín nebuloso, o es una encantadora chiflada?”. Pero la respuesta ya no te importará mucho.

Signo Cáncer