Cabezas y corazones se unen en esta relación asombrosa que suma la cautela de la cabra a la ternura del pez para conformar una pareja sólida capaz de afrontar cualquier obstáculo que la vida les depare.
Ambas mitades de este todo integrado se sienten seguras y protegidas, por lo que pueden bajar la guardia, sabiendo que el otro siempre estará allí con un abrazo comprensivo y una palabra amistosa, porque es una relación genuina.
Hasta pueden reírse del otro, y de la vida.
Las peleas pueden ser espeluznantes, pero pronto pasan, y la amistad básica que es el fundamento de esta pareja es recia, siempre y cuando ambos se cuiden del aburrimiento en la cama y siempre que usted, el práctico Capricornio, no disuelva los sueños de Piscis con una excesiva dosis de realismo.