El jefe Capricornio 1

Aunque sea gruñón, también puede ser cordial y tímido. Si le dices un cumplido se le enrojecerán las orejas, aunque rara vez dé muestras de haberlo oído. Quienes recurren a su caridad siempre conseguirán algo de él, y si la caridad va destinada a los niños o a los ancianos, pondrá un cero más en el cheque. Hay que hacerle presente que tiene que descansar y comer algo de vez en cuando, porque las responsabilidades tienden a hacerle descuidar sus necesidades personales. De vez en cuando cae en un negro y melancólico bache de depresión saturnina, cierra la puerta, se queda mirando por la ventana y nadie se atreve a molestarle. No le pasan las llamadas telefónicas y guardan en la nevera los problemas hasta que haya superado la depresión. Es conservador en su vestimenta: prefiere los colores oscuros y el corte discreto, y tiene un reloj de bolsillo que parece del abuelo y que consulta con frecuencia. En realidad, da más bien la impresión de trabajar para un banco que para uno de los primeros cantantes de este mundo enloquecido. La mayor parte de las chucherías que pueblan su escritorio son antigüedades, generosamente combinadas con borrosas fotos de su mujer, sus hijos y familiares varios.
Acabo de darte una auténtica imagen del ejecutivo Capricornio. Si la tienes presente, tendrás una idea bastante exacta de lo que puedes esperar de cualquier jefe saturnino, incluso el tuyo. Si le queda algún rato libre, no lo perderá, y esperará que tú hagas lo mismo. ¿El teléfono está tranquilo? Estupendo: tendrás tiempo para archivar esas cartas. ¿Hoy no tenéis la agenda muy llena? Pues entonces tienes esas cajas para acomodar en el almacén. Si eres la secretaria, no te pases las horas de oficina arreglándote las uñas… y si eres uno de los empleados varones, no te pegues al teléfono del fondo para hablar con tu chica: tu jefe Capricornio se materializará de la nada, como un taciturno genio vengador. No sería prudente que tu hermano hippie viniera a visitarte con la barba y la guitarra mientras tú trabajas; ni siquiera la religiosa devoción de la Cabra a los vínculos familiares –propios y ajenos– bastaría para impedir que levantara las cejas con gesto de desaprobación. Ni las empleadas que apestan a perfume ni los empleados que practican golf en la sala de reuniones se encontrarán cómodos en el despacho de un jefe Capricornio. Por lo que a él respecta, el lugar de un perfume es el frasco, y el de jugar al golf es el campo (y mejor si es un buen country club).
Saturno se impresiona siempre ante quienes han alcanzado un status un poco superior al suyo en la escala del éxito, de manera que si estás familiarizado con el Quién es quién será un punto a tu favor. Y si no te has graduado en Harvard o en Yale, preocúpate por lo menos de tener un tío o una tía que hayan pasado por ellas.
Si te aseguras de que tu jefe sabe que todos los miércoles invitas a almorzar a tu madre, o que estás pagando los estudios de tu hermano menor, te asegurarás también un ascenso. Uñas limpias, modales corteses y gramática perfecta son indispensables, y un trabajo eficaz, sin lamentos ni quejas, un requisito ineludible. Jamás le tutees en presencia de extraños, ni susurres una palabra de crítica referente a su familia en presencia de nadie. Para Navidad, regálale un viejo y cuarteado cuadro al óleo de algún prócer que consigas en la tienda de un anticuario, o la piedra que recogiste el verano pasado en el Foro Romano. La historia y el pasado son motivo de reverencia para Capricornio. Eso si, no le digas que la piedra es robada, porque también reverencian la honradez. Con servilismo no conseguirás encontrar ni diez centavos de más en tu sobre de pago, pero si comprendes su corazón solitario te ganarás su confianza. Tal vez otros le vean como un tipo de disciplina rígida y corazón de piedra; hazle saber que tú le ves como lo que es en realidad: un alma tímida y sensible, que en su fuero íntimo anhela ser libre e informal, pero sabe que está encadenada por las exigencias de Saturno, que le imponen obedecer el orden, el sistema y la autoridad. Te tratará como si fueras su hijo, dándote una palmada si te portas mal y una recompensa si eres bueno. Pero no te dejará abandonado cuando estés en dificultades ni te cerrará la puerta cuando necesites ayuda. Simplemente, no te olvides de dar de comer a sus peces tropicales.

Capricornio