Las gemas y los cuerpos celestes

Alejándonos del pensamiento occidental, en las culturas naturalistas se compara el brillo refulgente de las gemas con el brillo luminoso de los cuerpos celestes. Para ellos las gemas están sometidas a una relación directa y particular con los astros, gemas y astros tienen una relación analógica que los une y condiciona.
Esta relación de las gemas con los cuerpos celestes se repetirá en las culturas más avanzadas, pero es en la tradición castellana, de origen oriental, de donde se extrae la clave de la influencia y el correcto uso de las gemas.
En la tradición castellana se sigue con el postulado tradicional de: Lo que esta arriba como lo que está abajo. Aplicando esta relación a las gemas, arriba en el cielo resplandecen las estrellas y aquí abajo, en la tierra, lucen las gemas. Esta simple ley nos permite conocer cuál es la clave del poder maravilloso y oculto de las gemas.
Las estrellas son fuente de luz y energía, aunque lejanas fuentes, son enormes masas que emiten constantemente vibraciones en forma de luz en una determinada longitud de onda. Por otro lado las gemas son receptáculos de luz, vasos herméticos que absorben y reflejan la luz, también en una determinada longitud de onda.
Según la tradición, gemas y estrellas se emparejan, sintonizan, están en contacto directo, como un transistor de radio a la emisora con la que sintoniza, formando una unidad indisoluble. Éste es el secreto de las propiedades maravillosas de las piedras preciosas. Cada gema tiene su estrella gemela, de su mismo color, de idéntica vibración. El mejor exponente escrito de esta afirmación aparece en el manuscrito escurialense titulado el Lapidario de Alfonso X el Sabio al que se considera uno de los manuscritos primeros de naturaleza científica y representa el puente que une las dos culturas.
Los lapidarios de Alfonso X no se pueden comprender prescindiendo del componente astrológico. Todas las piedras están clasificadas según las estrellas con las que se corresponden, quizás por ello aparece una copia fragmentaria en el siglo XVI adjunta a otra copia de los Libros del Saber en Astronomía. En ambos textos aparecen ilustraciones de las constelaciones con el mismo diseño de origen caldeo, denotando así un origen paralelo y multidisciplinar.
Es evidente pues, que para comprender las propiedades de las gemas es necesario tener un mínimo conocimiento de la influencia de los cuerpos celestes sobre el ser humano, o por lo menos, conocer los fundamentos teóricos en los que se basa la astrología. Trataré por ello de informar brevemente sobre este tema tan controvertido.

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