Leo perverso

Convertir la vida en una obra dramática de la que usted es el actor principal puede ser su punto débil. Una vez que se enfría el primer arrebato de la pasión, a usted le resulta difícil instalarse en el día a día doméstico, y puede empezar a montar escenas o disputas a gritos por el placer y la excitación que eso le produce. Porque su pomposo orgullo le hace creer a usted que merece algo mejor.

Leo quiere que el amor no implique esfuerzos y sea eterno, y con frecuencia, al menos durante las primeras semanas, así es. Pero en cuanto empiezan a aparecer las grietas en el personaje de su amante idealizado, en vez de contribuir a repararlas, es posible que usted salga corriendo, descartando toda posibilidad de que usted pueda tener algún defecto.

Leo exige más adoración que cualquier diva operística. Su amante debe integrar por sí sólo un club de admiradores dedicado al aplauso de cada uno de sus gestos, de no ser así usted perdería interés. A usted le encanta tanto dar consejos como aborrece que se los den.

Con frecuencia la persona nacida en este signo considera la pasión como un juego más, en el que a ella le toca marcar todos los tantos. Y a veces manipula a sus parejas, convirtiéndolas en la respuesta a todos sus problemas, sin pensar en lo más mínimo cómo pueden sentirse.

Trabajar para que la relación funcione es para Leo tan atractivo como lavar los platos…, prefiere dejar esos mundanales menesteres a signos más comunes y menos magníficos. Usted no puede soportar que lo descuiden o no le presten atención; si eso ocurre, el natural gusto leonino por lo dramático puede agriarse, haciendo que su lengua se torne cruel y vengativa y engrandeciendo su ya enorme vanidad hasta un engreimiento monstruoso que hará huir no sólo a la presente sino a eventuales parejas. Sepa además que usted es la víctima propiciatoria de los aduladores.

Signo Leo