El Mundo

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El Mundo

El Mundo (Arcano XXI) ilustra el estado extático del alma cuando ha llegado a ser plenamente consciente de su origen divino; cuando liberó sus ojos de las escamas que los recubrían, el hombre vio el mundo con una nueva visión, comprendiendo que la Tierra está llena de Cielo y que cada arbusto arde con fuego divino. Su alma (Psiquis) ya no se parece a una mariposa sino a una oruga vestida; permanece desnudo ante su Hacedor, regocijándose en la Luz Divina dentro de El y a su alrededor. Todo su ser baila en la libertad recién nacida y canta con las primeras estrellas. Escucha la música de Orfeo, diez mil arpas que entonan armonías angélicas; está en armonía con las esferas.
Esta carta muestra una figura femenina, prácticamente desnuda salvo una banda que cruza la parte inferior de su cuerpo, rodeada por una corona elíptica de laureles. En cada mano sostiene una pequeña vara. Estas varillas son lo positivo y lo negativo, las fuerzas centrífugas y centrípetas de la Naturaleza; simbolizan la atracción solar y lunar. En los ángulos de la guirnalda, que tiene cuatro flores abiertas, marcando los puntos cardinales, se encuentran símbolos de los cuatro elementos. Uno de ellos es un buey, que representa la Tierra; un león, para el fuego, un águila para el aire y un hombre o un ángel para el agua. Sin embargo, hay algunas discrepancias en cuanto a cuáles son los elementos correctos que deben asignarse a los últimos dos.
Algunas autoridades piensan, contrariamente a mi punto de vista, que el águila representa el agua, y el hombre (o ángel) el aire. Estas cuatro figuras, según se ha afirmado fueron tomadas en préstamo por San Juan de Ezequiel, quien las copió de Asiria y Babilonia; se dice que representan las cuatro estaciones, las cuatro misteriosas letras de la Torá, los cuatro metales principales y mucho más. Ciertamente indican los cuatro palos de los Arcanos Menores.
Otra interpretación de esta carta es que simboliza el Macrocosmos o Universo, del cual el hombre es el Microcosmos, el pequeño mundo, esta es una conclusión lógica. Porque el hombre es, de cierto modo, un diminuto sistema solar.
Observemos que la pierna izquierda de la mujer está cruzada por detrás de la derecha, a diferencia del Ahorcado, cuya pierna derecha está cruzada detrás de la izquierda. Esto parecería implicar que, después del autosacrificio, el alma ha obtenido su recompensa: una vez más se ha puesto de pie, dueña, por decirlo así, de todo lo que la rodea. Cuando el Espíritu cesa de aferrarse a la materia, obtiene el dominio sobre ella; comprende que, en última instancia, Espíritu y Materia son una sola cosa. Pero el pie derecho de la mujer está sobre la Tierra, lo que muestra que el alma ha logrado el-control del mundo material, que viene a ser el Espíritu en su aspecto interior.