La Muerte

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La Muerte

La Muerte (Arcano XIII) es una imagen horrible, un esqueleto espantoso provisto de una guadaña, y a los pies de la figura se encuentran desparramados cabe/as y manos desmembradas, así como un pie. La guadaña de la Muerte no hace distinciones, no respeta a nadie. Entre sus víctimas se cuentan reyes y campesinos, ricos y pobres, sabios y necios, santos y pecadores. Sin remordimientos corta de la misma manera el gusano y las alas de la mariposa. En su amplio y poderoso barrido abarca la Tierra entera.
Pero no debe creerse que la Muerte aquí se refiere particularmente a la muerte física. El significado de este arcano penetra mucho más profundamente. El césped está verde de esperanza; los ojos en las cabezas seccionadas están abiertos, las manos en alto como si quisieran alcanzar algo elevado y los pies firmemente asentados. La que está representada aquí es la muerte del hombre viejo, de todos los deseos carnales. El hombre en este estadio ha llegado a la conclusión de que todas las manifestaciones materiales son Maya (ilusión); se ve a sí mismo, en sentido físico, como un mero esqueleto de su yo real, que tiene su morada autentica en un reino más elevado. No puede haber ningún avance espiritual para el hombre hasta que no haya descartado las limitaciones e impedimentos de la carne, metafóricamente hablando, y hasta que no se haya elevado de la tumba de sus viejas ataduras terrenales. Debe nacer nuevamente, del Espíritu.
Quien no enfrenta la muerte en este sentido está realmente muerto; pero quien comprende que la muerte debe conquistarse, para la regeneración del alma, está en camino de obtener la vida eterna. El aguijón de la muerte está en el alma del pecador. No debemos permitir que la cabeza, las manos y los pies ganen poder sobre el alma; en este sentido, deben ser «arrancados». Esto es lo que Cristo quiere decir al afirmar: Si tu mano te ofende, córtala y arrójala fuera de ti y si tus ojos te ofenden, arráncalos y aléjalos de ti. No en un sentido literal, sino por un desapego frente a lo físico; espiritualmente, un proceso alquímico de trasformación del metal más grosero en oro. Papus dice: «Las obras de la cabeza (concepción) se hacen inmortales tan pronto como se realizan (manos y pies)». El esqueleto, como estructura del cuerpo, es además el símbolo de la unión entre el cuerpo y el alma. Cuando se descarta el cuerpo físico, no se necesita este intermediario, pues entonces el alma se ha unido, en un nivel de existencia superior, con el Espíritu Supremo. La Muerte es la hermana gemela de la Vida, como Siva (destructor) y Brahma (creador) entre los indios. La creación necesita su opuesto, la destrucción; como el Espíritu desciende a la materia muerta, así debe retornar a su origen la Vida que escapa de la tierra, bajo el oscuro manto de la Muerte. Bien entendida, la muerte es pues el vínculo entre el mundo visible y el invisible, es el Principio Trasformador Universal.