El jefe Acuario

Antes que nada, asegúrate. ¿Estás seguro de que cumple años a fines de enero o a principios de febrero? ¿No tienes la menor duda de que tu jefe es Acuario? Los ejecutivos regidos por Urano son tan raros como un panda albino. Si tu jefe es uno de ellos, no será fácil que puedas vendérselo al zoológico, pero de todas maneras considéralo una pieza de colección. Algún día puede ser sumamente valioso.
Te digo en serio que el Acuario típico preferiría casi morirse de hambre a la habitual rutina oficinesca de nueve a cinco. A la mayoría de los de su signo les disgusta tomar decisiones, se sienten incómodos dando órdenes, no tienen ningún deseo especial de dirigir a nadie y son totalmente incompatibles con la rigidez de las reuniones del Consejo de Administración, por no hablar de la rigidez de los vicepresidentes. Esto no significa que como jefes no sean competentes; Urano está lleno de sorpresas, y el totalmente inepto jefe Acuario que termina siendo absolutamente indispensable es una de ellas.
Cuando un espécimen de Acuario va a parar a un cargo ejecutivo, con el lastre de todas las condiciones negativas que hemos detallado mas arriba, se limita a sacar de su bolsa un par de trucos nuevos. Es posible que sea distraído y olvidadizo, excéntrico e impredecible, a ratos tímido y después audaz, pero tras esos ojos extraños y un poco ausentes, por debajo de la actitud desapegada y distante hay una mente que parece una trampa para cazar osos. Agrégales una afinadísima cualidad de percepción intuitiva que te hace pensar que llevará en el bolsillo una bola de cristal. Echa en la mezcla su inquietante capacidad para analizar, disecar y sopesar los hechos con una penetración tan aguda como el filo de una navaja y –para que no falte nada– su seguro instinto que le lleva a hacerse amigo de todo el mundo, desde el cadete de la oficina hasta el cliente más importante de la empresa. Sazónalo con su amplia visión liberal que se extiende hasta muy adentro del mañana y que abarca la imagen en toda su magnitud mientras otros se pierden en los detalles, y comprenderás exactamente lo que quiero decir cuando hablo de sorpresas. Por poco apto que sea el Acuario promedio para el puesto de ejecutivo, se desempeña en el cargo con tanta naturalidad como si hubiera nacido para él, lo que decididamente no es el caso.
También está la otra cara de la moneda. Es posible que te presente como: “Mi secretaria, la señorita… eee… ee… la señorita… uuu… ¿cómo se llama usted?”. También puede ser de lo más irritante cuando planea programas complicados a tus espaldas para abrumarte con ellos en el último momento. Y apostaría a que te has sublevado contra su frustrante costumbre de darte un trabajo completamente nuevo e inesperado, omitiendo alegremente darte la más mínima explicación del cambio. Pero confiesa también que en conjunto resulta bastante encantador, ¿no? Como la mayoría de los Acuario, una vez que uno se habitúa a sus rarezas, cambios súbitos y sorpresas inesperadas. Y a sus opiniones inamovibles, podría agregar, una vez que han llegado a una decisión.
Yo, en tu lugar, no pediría un préstamo en dinero a un jefe Acuario. Si es un exponente típico del signo, no simpatiza con la gente que gasta más de lo que gana. Claro que hay Acuarios que tienen viviendas cómodas y suntuosas, pero la mayor parte de ellos son muy capaces de vivir en una precaria habitación, mientras pasan veinte horas diarias luchando por conseguir mejores alojamientos para los pobres. En cuanto a los ascensos, no será impulsivo para concederlos, pero tampoco se mostrará mezquino. Con tu jefe Acuario tendrás aproximadamente lo que te merezcas, ni mas ni menos, pero puede ser muy generoso cuando piensa que alguien ha hecho una tarea mucho mejor de lo que su deber se lo imponía. No te confundas: esperará de ti lo mejor; lo mejor de lo mejor. Y si das menos, corres el riesgo de que te despida, con bondad y cortesía, pero también con firmeza. Sin más ni más. Un Acuario no encuentra justificación para la gente que holgazanea o que a cambio de un día de paga da medio día de trabajo. Para él eso es una forma de deshonestidad, defecto que odia aproximadamente en la misma medida que un gato odia el agua.

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