Personalidad de la Serpiente

Ése es el signo más enigmático y místico del Zodíaco chino, dotado de una sabiduría innata y un misterioso atractivo. Se dice que las mujeres más bellas y los hombres más poderosos han nacido bajo ese signo. Tanto los pensamientos como las emociones de los nativos de la Serpiente son muy hondos. Pueden ser posesivos y exigentes en sus relaciones con los demás, y nunca olvidan una promesa rota o un daño no reparado. Una vez que llegan a la ira, su odio puede ser malévolo e implacable, además de frío, silencioso y terrible. Una serpiente debe de haber acuñado el proverbio siciliano «La venganza es un plato que se sirve frío».
Por encima de todo, el carismático nativo de la Serpiente tiene un profundo sentido de la responsabilidad y una determinación perdurable. Al igual que sus primos, los nativos del Dragón, los de la Serpiente han nacido para mandar y alcanzar altas cimas.
Las serpientes son escépticas y desconfiadas por naturaleza, y se inclinan asimismo a ser algo supersticiosas. De la misma forma que el Dragón, la Serpiente es un signo del karma, y los nativos de este signo tienen como destino pagar todas las deudas y cuadrar todas sus cuentas antes de dejar esta vida. Pueden ser profundamente religiosos e incluso tener poderes psíquicos o, al contrario, ser en extremo hedonistas y materialistas. El dinero les llega con facilidad, y es raro que tengan problemas económicos. Las serpientes también pueden ser muy generosas, pero son capaces de actuar de forma implacable con cualquiera que se interponga entre ellas y sus objetivos.
No hay modo de prever el próximo movimiento de una serpiente: ellas están siempre calculando y conspirando. Son muy creativas y cuidadosas con lo que dicen. Astutas y prudentes, les gustan los negocios y las transacciones financieras, y pueden asimismo resultar excelentes políticos. Entienden y desean el poder y, por debajo de la capa exterior de serenidad, siempre están alertas y en guardia. Su temperamento filosófico las dota de un refinado sentido del humor, así como de una elegancia considerable cuando están bajo presión. En los momentos de adversidad, se puede confiar en que permanecerán serenas y mantendrán la presencia de espíritu. Se enfrentan a las desgracias con intrepidez y una seguridad tranquila. Es digno de nota su carácter fuerte. En el caso de una catástrofe, son capaces de meterse dentro de la propia piel, para reaparecer, como por arte de magia, con una piel nueva y todavía más brillante.
Es característico de las serpientes de ambos sexos el que estén agraciadas con un aspecto hermoso. Tras sus maneras frías, son individuos muy nerviosos y perceptivos. Como esconden sus emociones, la tensión les afecta el aparato digestivo y el sistema nervioso, por lo que pueden ser proclives a las úlceras de estómago y a otros problemas digestivos.
La mujer del signo de la Serpiente está casi siempre impecable, es serena, de maneras y movimientos lánguidos, y posee una belleza seductora, sensual y grácil. Tiene confianza en sí misma, aplomo y es sosegada, al tiempo que produce un sutil efecto hipnotizador. Le encantan las joyas, en la medida en que sean auténticas, y tiene gustos sofisticados y sumamente elegantes. Es bien consciente de su misterioso atractivo y de su aura de intriga sexual. La igualdad de los sexos no se constituye en un problema para ella. El suyo es un antiguo poder femenino -es la diosa Serpiente personificada- y no tiene necesidad de competir con los hombres, cuando tan fácil le resulta seducirlos para que cumplan sus deseos.
Como las demás serpientes, ella admira el poder y la influencia que el dinero proporciona, y tendrá un nivel de exigencias alto al elegir el compañero. Si el marido todavía no ha alcanzado los objetivos que ella busca, se dedicará a procurar que él los logre trabajando en los bastidores, vistiéndose según el papel, actuando como la anfitriona perfecta, ofreciendo sus consejos sagaces y ejerciendo su encanto hipnótico.
Las serpientes de ambos sexos son amantes apasionados, y tienen fama de poseer un fuerte apetito sexual. En verdad, persiguen sus objetos de deseo con el mismo fervor codicioso. Con frecuencia, y en especial los que tienen un ansia insaciable de poder o fama, llevan una vida peligrosa, llena de intrigas y emoción.
Los niños del signo de la Serpiente son reservados, pensativos, inteligentes y despiertos. Saben lo que quieren y establecen sus objetivos de forma muy pragmática. Son cuidadosos, atentos y saben cómo evitarse problemas. Callados y con tendencia a dar vueltas a los asuntos, pueden esconder los sentimientos cuando se sienten heridos y, a veces, guardan rencor durante mucho tiempo. Con frecuencia no se los comprende pues, al ser al fin y al cabo serpientes, son enigmas que rehúsan o no son capaces de comunicarse de forma adecuada con los que les rodean. En cambio, son carismáticos, y otros niños se dirigen a ellos en busca de liderazgo. Agraciados con un alto cociente intelectual y con una aptitud innata para aprender, los nativos de la Serpiente son capaces de ser muy disciplinados y tienen un gran poder de concentración.
El nativo de la Serpiente forma las mejores parejas posibles con el nativo del Buey, incondicional y fiable, con el del del Gallo, audaz y pintoresco, y con el del Dragón, ilustre y sincero. Los nacidos en el año de la Rata, del Conejo, de la Oveja y del Perro, o también de la Serpiente, constituirán buenos emparejamientos secundarios.
La Serpiente y el Cerdo se encuentran en posiciones diametralmente opuestas, y tal unión no es aconsejable. Mientras la Serpiente es reservada, refinada, sofisticada y compleja, el Cerdo es terrenal, directo y simplista. Esos dos signos nunca se entenderán, y los conflictos entre sus nativos serán profundos y duraderos: son enemigos naturales. El Tigre, desafiante y voluntarioso, chocaría con las maneras reservadas y con la perspicacia de la Serpiente, por lo que los nativos de ambos signos recelarían el uno del otro. El taimado Mono se opondría a la Serpiente con su propia forma de astucia, y los nacidos bajo los dos signos, con toda probabilidad, se verían envueltos en una guerra sin cuartel, en la que cada uno intentaría coger al otro desprevenido.
La Serpiente tendrá, en la mejor de las hipótesis, una relación fría y distante con el Caballo, inconstante, impulsivo y tan exigente como ella, y cuyas maneras caprichosas ofenderán la refinada y sutil sensibilidad de la Serpiente. Los nativos de la Serpiente encontrarán a los del Caballo ruidosos, egoístas y arrogantes (al contrario de lo que les pasa con los nativos del Dragón, debido a la grandiosa altisonancia de éstos), y hasta les parecerá estúpido su comportamiento.

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