Cómo entender los signos solares 2

Pero volvamos al signo solar del lector, ya que después de todo es a eso a lo que se refiere este sitio web. En cierto modo, decir que uno es Géminis se parece bastante a decir que es neoyorquino, cosa que no es una generalización en la medida en que parece serlo. ¿No sería bastante fácil distinguir a un tejano en un bar de Nueva York, o a un neoyorquino en un restaurante de Texas? ¿No es considerable la diferencia entre un político de Georgia y un industrial de Chicago? Claro que si, y bien marcada.
Imagínese el lector que es un tejano, y que se está hablando de un hombre que está a punto de llegar para una reunión de negocios. <>, dice alguien, e inmediatamente se forma una imagen. Es probable que hable de manera más rápida y entrecortada que un tejano, que sea menos cálido en sus relaciones personales y que quiera ir inmediatamente a hablar de negocios, sin demasiados preliminares sociales. Probablemente tendrá prisa por firmar de una vez los contratos para alcanzar un avión que le lleve de vuelta a la costa este. Será un individuo de cierto grado de complejidad, y probablemente mas liberal que el tejano en materia política. ¿A que se debe la probabilidad de que esta impresión instantánea sea bastante exacta? A que el neoyorquino vive una vida acelerada en una ciudad acelerada, donde las reacciones lentas pueden ser causa de que se quede sin asiento en el metro o sin taxi en un día de lluvia. Continuamente está en contacto con gente famosa, de modo que no es fácil que se quede pasmado. Tiene acceso a los últimos estrenos teatrales y a los mejores museos, así que para él es difícil no estar al día. Debido a las elevadas cifras de criminalidad y a las ajetreadas condiciones de vida, no será tan hospitalario como el tejano, ni se mostrará tan interesado en su prójimo como éste: su personalidad será un tanto mas fría.
Claro que un neoyorquino puede ser Tauro y hablar lentamente, o Capricornio y moverse con lentitud, pero no será tan lento como el Tauro o el Capricornio de Texas. Tampoco un Géminis, rápido en el pensamiento y en la acción, será tan rápido si vive en Texas como si vive en Nueva York. Todo es relativo.
De acuerdo, es neoyorquino. Supongamos ahora que el lector descubre que es italiano. Otra imagen. Hace guiones para televisión. Una tercera imagen. Es casado y tiene seis hijos, y se nos va revelando una nueva dimensión del hombre. Por ende (aunque esto es una analogía y, como todas las analogías, imperfecta), decir que el hombre es neoyorquino es como decir que es Géminis, por ejemplo, e ir agregando el resto de la información es comparable a saber que cuando nació la Luna estaba en Virgo y tenía como ascendente Escorpio, etcétera.
Pero, incluso sin la información adicional, con sólo saber que un hombre es neoyorquino uno lleva considerable ventaja a quienes no saben si es tibetano o nativo de las Islas del Sur. De la misma manera, aunque no se cuente con una carta natal, el solo hecho de saber que alguien es Leo o Géminis hace que uno pueda comprenderlo mejor que quienes no saben si tiene que vérselas con un fogoso Sagitario o con un terrestre Tauro.
Es verdad que un horóscopo detallado puede revelar de manera infalible los más sutiles matices del carácter. Puede indicar marcadas inclinaciones hacia (o contra) la tendencia a ser drogadicto, la promiscuidad, la frigidez, la homosexualidad, los matrimonios múltiples, una infancia con perturbaciones, el alejamiento o el apego neurótico hacia la familia, talentos latentes, potenciales financieros y de profesión. Puede mostrar claramente tendencias a la honradez o la delincuencia, a la crueldad y la violencia, temores, fobias y capacidades psíquicas, amén de muchos otros puntos débiles y fuertes de la personalidad que pueden mantenerse latentes durante años para después hacer irrupción bajo la influencia de progresiones y tránsitos planetarios que afectan a las posiciones planetarias natales durante un período transitorio. Se revelan la susceptibilidad y la inmunidad a los accidentes y enfermedades, como también las actitudes secretas hacia la bebida, el sexo, el trabajo, la religión, los hijos, la aventura… y la lista podría seguir indefinidamente.
Para una carta natal calculada con exactitud no hay secretos, a no ser el referente a la decisión personal del nativo en cuanto a la medida en que resuelva ejercitar su libre albedrío individual.

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