Como reconocer a Capricornio

Entender el carácter de Capricornio es cualquier cosa, menos fácil. Aprenderás a reconocer este signo, pero necesitarás antes alguna práctica. Estudia a esa silenciosa araña que está en el rincón, y que nada puede contra los insectos que vuelan rápidamente; pero son ellos los que quedan atrapados en la tela pulcramente tejida… y la araña gana. Recuerda la morosa tortuga de Esopo, que se arrastraba caprichosamente en aquella carrera, sin tener la más remota probabilidad de triunfar sobre la veloz liebre. Pero la liebre veloz se desvía en todas direcciones, se olvida de la meta… y la tortuga gana. Observa a la cabra que va escalando la ladera de la montaña. No tiene nada que hacer ante la estrategia de los humanos, más inteligentes, que la persiguen. Pero sus perseguidores van quedándose atrás mientras la cabra porfiada trepa decididamente, de rendija en rendija, con sus pezuñas especialmente diseñadas… y la cabra gana.
Ahora, estudia a Capricornio. ¿Dónde lo encontrarás? Casi en cualquier parte donde tenga oportunidad de progreso o de mejora. En cualquier parte donde pueda avanzar y sacar adelante sus ambiciones secretas. Prueba en una reunión social. Capricornio no es alegre concurrente a fiestas, pero la Cabra que estudiamos no es solo trepadora de montañas: es trepadora social. Elige un grupo mixto, y, preferentemente, uno en el que el nivel de ingresos sea alto. También puedes ensayar con un grupo que tiene ingresos de tipo medio, pero cuanto mas desciendas a partir de eso, tanto menores serán tus probabilidades de encontrar un Capricornio. Posiblemente no lo encontrarás con la pantalla de la lámpara puesta a modo de sombrero, ni haciendo una exhibición de zapateo, ni llamando ninguna manera la atención sobre si; será más bien el espectador admirado de la última fila. Es posible que ni siquiera adviertas al principio, mientras él observa, calmo y silencioso a las personalidades resplandecientes, encantadoras, agresivas y brillantes que le rodean. Cualquiera del grupo te dará la impresión de estar mejor equipado que él para la carrera, sea cual fuere la carrera. Muchos de ellos fanfarronean, otros tienen miedo, pero todos parecen tan preparados, tan pulidos, que no da la impresión de que Capricornio tenga nada que hacer frente a ellos. Si, pero les ganará.
Hace un par de años fui a visitar la librería de un astrólogo neoyorquino. Mientras yo desparramaba generosamente mis perlas de sabiduría, y le daba consejos –que él no me había pedido– sobre los libros que debería tener y discutía con él temas astrológicos, me enteré de que era Capricornio, y él se enteró de que yo era Aries. Muy ufana, adiviné correctamente su ascendente, hablé y me moví con soltura, en una palabra, parecía que yo llenaba la escena. Antes de que yo me fuera, él me dedicó una sonrisa, dulce y encantadora, y –con su fascinante acento húngaro– me dijo una cosa rara. “La Cabra le ganará al Carnero. Lo dijo como a la ligera, pero con mucha seriedad. Al salir de la librería, me reí para mis adentros. “Qué engreído –pensé–. ¿Quién podrá superar a un doble Aries?” Pero, ¿sabéis? Cuando yo no puedo encontrar algunos libros que necesito, y que están agotados desde que Noe construyó el arca, ahí aparece con ellos el Capricornio. Poco a poco, me he visto obligada a rendir respetuoso homenaje a su superioridad, y aquí me tenéis, reconociendo a su signo solar cualidades que yo le envidio, pero que no poseo. Es lo que dije: Capricornio gana.
Otra confesión. Como Aries que soy, me enferma aceptar directrices. Ningún escritor Aries aguanta que alguien corrija su trabajo. Últimamente, me hicieron la sugerencia de que una correctora Capricornio revisara algunas cosas que yo había escrito. Me sentí ofendida y, aunque exteriormente me mostré de acuerdo, en mi fuero íntimo decidí que no le permitiría cambiar una sola palabra del fruto de mi genio; me limitaría a fingir que estaba de acuerdo. Ella hizo sus sugerencias de manera tranquila, tímida casi, y bien a pesar mío vi con total claridad que eran inteligentísimas. ¿Cómo no se me había ocurrido a mi misma cortar esa frase y cambiar esa palabra? Después de haber seguido –a regañadientes– sus instrucciones al pie de la letra, la redacción quedó mejorada de manera dolorosamente obvia. Capricornio volvió a ganar.
Finalmente, pese a mi agresiva mentalidad ariana, decidí que de nada sirve pelear con ellos, y lo mejor será que tú llegues a la misma conclusión. Pobre del vendedor entusiasta que, al hacer una estimación de su cliente Capricornio, piensa que a ese tonto puede venderle el puente de Brooklyn. Tiene mucho que aprender.

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