Como una mariposa errante atraída, una y otra vez, por una luz constante, el excéntrico Acuario no puede resistirse al tranquilo y persistente brillo amoroso de Capricornio, que le proporciona la estabilidad que tan frecuentemente falta en su vida.
Pero cuando desaparece la felicidad de la luna de miel, los brazos protectores de Capricornio fácilmente se convierten en una cadena, y ese talante inamovible que antes causaba la adoración de Acuario, pasa a ser tildado de testarudez.
Ambos deberán esforzarse para que la relación tenga éxito.
Capricornio debe estar decidido a aflojar, olvidando la rutina y respondiendo con una sonrisa en vez de criticar cuando otro proyecto de Acuario se derrumba.
Como ambos están interesados por el mundo -Capricornio para sacar provecho de él, Acuario para explorarlo y auxiliarlo-, deberán trabajar para encontrar el tiempo necesario para la relación sexual, que puede ser brillante.