Heliotropo

El heliotropo es un cuarzo que puede agruparse igualmente junto a los jaspes o las ágatas, posiblemente sea el puente entre estas dos variedades del cuarzo. Es de color verde oscuro con dibujos, manchas o mezclas de color rojo intenso, se trata de una piedra opaca. El nombre de heliotropo procede de un error de apreciación óptico, pues los antiguos creían que variaba de color con el contacto directo de la luz solar, por ello su nombre significa poco más o menos que cambia con el sol.
Es una piedra llena de mística y de simbolismo cristiano del medioevo. Se la asociaba con la sangre de Cristo y se le atribuían propiedades tan erróneas como su mismo nombre. De ella se conocen innumerables leyendas, pero las más razonables se alejan de los mitos cristianos y le atribuyen cualidades puramente astrológicas.
En el Lapidario de Alfonso X aparece bajo el nombre de la «piedra que chupa la sangre». Dice así: Su color es verde y hay en ella una mancha bermeja y qui la toma en la mano, falla la áspera et liviana. La asocian con la estrella que está debajo, en la parte del mediodía en el pie derecho de la mujer encadenada. Se trata de una de las estrellas de Andrómeda situada cerca del grado 6 de Tauro.

Propiedades astrológicas del Heliotropo

La base de esta piedra es el cuarzo y como las demás de este grupo pueden ser utilizadas ampliamente, pues están sujetas a las benéficas vibraciones de toda la familia del cuarzo. La combinación de rojo y verde implica una armonía entre el cuarto y quinto rayo, tantas veces enfrentados y vivenciados como consumo de energía, que hacen perder fuerza y vigor e impiden el buen aprovechamiento de las relaciones afectivas. En esta gema, ambas energías están aliadas, acopladas y de acuerdo. El heliotropo puede ser muy útil para combatir estados disarmónicos que provocan ansiedades y depresiones por incapacidad o desorden en el área romántica afectiva. Es un buen remedio para el mal de amores o amores no correspondidos. Su uso aclara el sentimiento de atracción hacia otras personas y permite definir, a quien la lleva, qué clase de afecto es el que siente. Por otro lado equilibra la desproporción en energías del cuarto rayo, causante de la desmedida atracción
por lo romántico y por las apariencias exteriores, o causantes de afeminamiento en los hombres y rnasculinización en las mujeres. Por ello es muy útil para contra balancear las pulsiones sexuales poco definidas.

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