El empleado Leo

Si su empleado es un Leo típico, le será a usted casi imposible ignorarle. Si es uno de los tranquilos, no seria prudente ignorarlo. Los Leones de tipo agresivo le obligan a uno a reconocer su talento y apreciar su valor diciéndoles, simplemente, cuan maravillosos son. Los del tipo tímido gatito se enfurruñan hasta conseguir el mismo resultado. Tanto da: no ignore usted a sus empleados Leo.
Ya sea dado a rugir en medio del escenario o a pasarse el tiempo entre bastidores, el León es orgulloso y digno. Conoce su superioridad y no quiere que nadie deje de reconocerla. Leo no es de los que esconden su luz bajo un almud. Si no se rinde tributo a su vanidad, ambos tipos de Leones se irán a honrar con su presencia otras praderas, no pueden aguantar que les subestimen.
A todos los Leo les encantan los títulos, y cuanto mas largos y sonoros, mejor. Si ofrece usted al León un sustancial aumento, pero al compañero del escritorio de al lado le da el titulo de Jefe de Coordinación del Departamento, Leo no se sentirá muy agradecido por el dinero extra que reciba en su sobre: estará demasiado ocupado cavilando sobre el aumento de rango que le ha concedido a su compañero, que naturalmente no puede merecerse tanto como él un ascenso semejante.
No es perversidad lo que le lleva a insistir en sus derechos; es simplemente que ha nacido para ser amo de todo lo que le rodea. La condición de líder es algo inherente a su naturaleza, imposible de desarraigar completamente. Leo está perfectamente preparado para tomar cosas a su cargo. Cuando no puede asumir algún tipo de obligación, no solo se siente inútil y desvalido, sino también indeseado. Si no encuentra otra manera de reforzar su sentimiento de importancia, lo alimentara ofreciendo consejos gratuitos a la familia y los amigos, sin dejar por eso de lado a los extraños: cuando se trata de esparcir perlas de sabiduría, Leo es imparcial. Le dirá a usted cuanto tiene que pagar para hacer construir una habitación sobre el garaje, dará consejos a su secretaria que tiene problemas con el presupuesto para la comida, informará a la mujer que viene a hacer la limpieza que ungüento debe ponerse en el dedo gordo que le duele y le explicará al cartero como puede realizar con mas eficiencia su tarea. Cuanto menos importante sea en su trabajo, tanto mas en serio se tomará sus funciones de asesor.
Conozco a un hombre Leo (de los tranquilos) que trabaja para una gran empresa. Durante años, su familia tuvo la vaga impresión de que era el gerente de ventas del distrito. En verdad, era un simple vendedor, al mismo tiempo que supervisor de ruta, y uno de los hombres más importantes de la empresa.
Como no podía llegar a gerente de ventas mientras no se hubiera jubilado quien merecidamente ocupaba el cargo, Leo se tragaba su orgullo herido y satisfacía su vanidad dejando suponer a su familia que desempeñaba el cargo de gerente.
Su enorme sentido de la responsabilidad se puso de manifiesto en la lealtad y consagración que demostró durante años. Se pasó un cuarto de siglo suministrando a la empresa excelentes ideas publicitarias, que se traducían en beneficios siempre crecientes. Al mismo tiempo, supervisaba con toda competencia las rutas de los camiones de reparto, a todas horas y sin importar las condiciones climatológicas, en espera del merecido reconocimiento, pero su ascenso estaba siempre un paso mas allá. Cuando finalmente el gerente de ventas se jubiló, la vacante fue para un hombre más joven que vino de Nueva York. Ese mismo día Leo se despidió. Como tenía importantes influencias de Capricornio en su carta natal, la situación se le hizo mas fácil de soportar de lo que habría sido para un nativo típico del signo, pero de todas maneras es un hombre que llevará durante toda su vida la profunda cicatriz de la herida que sufrió su orgullo. En este mundo no hay nada más triste como el espectáculo del León privado del respeto que busca desesperadamente, y que honradamente se ha ganado.
Vale más que tenga usted en cuenta que el sentimiento leonino de responsabilidad, que tan impresionante puede ser, no suele consolidarse hasta la madurez. En su juventud, el León es el playboy clásico, que retoza alegremente a lo largo de días y noches de vino, mujeres y canto, luciendo las vestimentas mas extravagantes del grupo, haciendo que todo el mundo se ría de sus payasadas y rugiendo cuando alguien le pisa la magnifica cola.
Por lo común, es prudente asignar a los jóvenes Leo tareas de promoción y ventas. Son exhibicionistas por naturaleza, y con su disposición cálida y alegre sabrán mantener conformes a los clientes. Después, a medida que maduran, es posible ir ascendiendo gradualmente a los grandes felinos a puestos más elevados donde sabrán estar a la altura de cualquier responsabilidad que se les confíe. Hay que ser un jefe despierto para saber en que momento el León abandona el papel de principesco playboy para asumir el de rey, justo y digno.
Hay un rasgo extraño en las personas Leo, de ambos sexos. Por debajo de su mascara de bravura, temen en secreto no estar en posesión de un auténtico valor. Son capaces de conducirse con el orgullo más exasperante y la más ofensiva vanidad, de exhibir un egocentrismo insufrible, de caer en periodos de ejemplar haraganería. De pronto sobreviene una crisis o una emergencia, que puede ser en el trabajo o en su vida privada y, para sorpresa de todo el mundo, el León o Leona demuestra ser el más equilibrado. Solo bajo el influjo de grandes presiones, abrumado por las cargas más pesadas que pueda imponerle la vida, brilla en todo su esplendor la fuerza interior innata de este signo solar.

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