El jefe Libra

Si el lector es hombre, es probable que piense que su jefe Libra es un tipo muy normal, honrado a carta cabal e invariablemente justo. Si es mujer, probablemente estará un poquito enamorada de él, aunque tal vez no se de cuenta. Las vibraciones de Venus son poderosas.
El ejecutivo Libra es normalmente la mitad de una sociedad, ya que su deseo inconsciente es siempre reunir dos cosas o dos personas. Emocionalmente, su impulso se consuma por la vía del matrimonio cuando es aun muy joven, o de una relación amorosa sorprendentemente precoz. En el mundo comercial, satisface su función equilibradora combinando su encanto y su intelecto con la personalidad de un socio que le complemente y que aporte los talentos y capacidades que le faltan (que no serán muchos).
Es posible que no le veas sentado tras su escritorio tan frecuentemente como a otros jefes. Es porque le gusta ser espectador, y no porque le resulte cómodo, al contrario. Mira su expresión de desdicha mientras se pasea de un lado a otro. Es toda una lucha, tomar dos ideas opuestas e ir comparándolas, como una lanzadera. Cuando haya llegado a una decisión imparcial y justa volverá a su escritorio y se pondrá a girar alegremente en su sillón reclinable. Pero mientras está en la duda puede ser bastante intratable.
Un jefe Libra es sumamente inquieto y lleno de actividad externa, aunque parezca andar despacio, una contradicción que no mucha gente puede resolver. Mirarle es como mirar a un malabarista experto. Con toda esa incesante actividad, uno esperaría verle perder la serenidad y hacer en cualquier momento un gesto de nerviosismo, como esperaría ver que al malabarista se le cae alguna de las bolas con que actúa. Pues no. Nacido con una afinidad natural con el elemento aire, Libra se entrega a una actividad que puede llegar a ser frenética con una gracia y una facilidad tales que casi parecería estar inmóvil. Es como una película en cámara lenta. La actividad nunca se detiene, pero el proyecto funciona con una velocidad especial.
Pese a su modo de ser frecuentemente tímido y suave, este hombre no es una isla. Tiene siempre necesidad de expresarse de algún modo, de comunicarse con los demás. Aunque el vehículo de la mayor parte de su comunicación es la palabra, también puede expresar volúmenes enteros con su sonrisa. Sin duda alguna es inteligente, pero si cuando nació, Mercurio estaba afectado por aspectos adversos, es posible que todavía esté tratando de convencerse de lo que es. Muchos jefes Libra son persuasivos en el discurso, y discutidores capaces de influir sin esfuerzo sobre el ánimo de un grupo de gente. Hasta los de disposición tímida, que rara vez tratan de llamar la atención, son capaces de discutir de manera lógica y convincente, por mas que estos, probablemente, tendrán todo pensado de antemano antes de hablar. Por eso estos hombres pasan tanto tiempo callados: están pensando lo que quieren decir. Por lo general, es mas seguro tomarle la palabra cuando sale de uno de sus periodos de silencio, porque es menos probable que cambie de opinión. Si se le presiona para que tome decisiones, después volverá a pensarlo, se dará cuenta de que lo hizo sin meditarlo suficientemente y dará un giro de ciento ochenta grados.
Es posible que con frecuencia te pida tu opinión, pero antes de llegar a la conclusión de que te considera una mentalidad brillante, recuerda que hay varios motivos para que se interese tan halagüeñamente en tus ideas. Ante todo, su deseo de ser imparcial y no tomar una decisión que pueda ser impopular o injusta. Otra razón para que se sienta forzado a reunir todos los pros y los contras de un problema es que, si no tiene acceso a todos los hechos disponibles se siente incapaz de hacer una valoración prudente.
El jefe Libra típico que intenta decidir si debe aceptar o no un importante convenio hará una democrática encuesta entre su mujer, el ascensorista, su secretaria, la mujer de la limpieza y el encargado de relaciones publicas, y obtendrá resultados bastante exóticos. Cuando está cansada, a la mujer de la limpieza le resulta difícil dar una opinión lógica sobre la forma en que la separación propuesta podrá afectar a los accionistas sin derecho a voto. Es posible que necesite un tiempo para pensarlo (y tampoco puede pensar bien cuando le duelen los pies).
El ascensorista puede tener un problema para entender los costos que implica la proyectada fusión de dos grandes empresas. Para empezar, unos honorarios de cuarenta mil dólares para los abogados pueden parecerle una exageración. Una vez le pagó a su abogado cuarenta dólares para que le asesorara en un asunto legal, y se sintió estafado.
En cuanto a ese vicepresidente que sigue cobrando su sueldo mientras está internado en un sanatorio con un colapso nervioso, que no se lo cuenten a la secretaria. Después de todo, hace años que ella está a punto de sufrir un colapso, sin que nadie le haya tenido nunca tanta consideración.
La mujer de la limpieza se decide por fin. Ni hablar de separación de acciones; esa palabra le inspira desconfianza. Si fue cuando su hombre se separó cuando ella tuvo que ponerse a fregar pisos para mantener a los siete críos.

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