Como reconocer a Sagitario 1

En cambio, cuando Sagitario tiene influencias desfavorables en su carta natal, puede sentir un miedo enfermizo a los animales, pero estos casos no son frecuentes. Por lo general, la gente nacida bajo la influencia de Júpiter no teme a nada. Al Sagitario típico le atrae el peligro, ya sea en el deporte, en su trabajo o en sus pasatiempos. Para el Arquero, un elemento de riesgo significa excitación y desafío. Les encanta la velocidad; los coches veloces, los aviones, la montaña rusa, incluso, ejercen sobre ellos una atracción magnética. Los más temerarios pilotos de pruebas suelen ser Sagitarios. Al jupiteriano medio nada le proporciona tanto placer como salvarse por un pelo, en cualquiera de sus variantes, ya sean emocionales o físicas; le resulta euforizante. Se arriesgan en cualquier cosa, a menos que un signo más manso en el ascendente diluya la osadía de Júpiter.
Hay una diferencia entre la legendaria aspereza del Arquero y la brutalidad verbal de Escorpio. Escorpio dice la verdad con plena conciencia de su efecto, y se niega a cualquier tipo de compromiso. Sagitario es totalmente inconsciente del efecto que producen sus palabras, palabras que pronuncia bajo impulso de su honradez compulsiva. Escorpio no se duele demasiado de las heridas que causan sus afirmaciones; para él, verdad es la verdad, y si no puedes soportarla, pues no preguntes. Los regidos por Júpiter, en cambio, se sienten abrumados y desolados por su propia falta de discreción, cuando descubren que han herido realmente a alguien. Resultarían conmovedores, si no fueran tan exasperantes.
Lo que el Arquero piensa y siente, lo dice en forma casi inmediata, con la franqueza y seriedad de un niño de seis años Aquel viejo dicho: “Si quieres la verdad, pregúntale a un niño sigue siendo válido introduciendo un pequeño cambio: si quieres la verdad, pregúntale a Sagitario.
En el mundo editorial madrileño hay una mujer de quien se dice exactamente eso: “Si quieres la verdad, pregúntale a Gema… si eres capaz de oírla”. Gema no es solo una Arquera auténtica, sino que tiene influencias adicionales de Sagitario en carta natal. Doble Júpiter, podríamos decir. Es cálida y gentil rosa, como es típico del signo, y tiene montones de leales amigos que la adoran, como también es típico del signo. Y bien leales tienen que ser, y muchos tienen que amarla, para sobrevivir a incidentes como el de hace tres años, cuando su grandeza de corazón la llevó a decidir que era hora de cambiar completamente el guardarropa de invierno de su secretaria. La chica estaba sin nada de dinero, porque acababa de pasar por un desastre económico, y el ofrecimiento la conmovió hasta las lágrimas. Otros se habían compadecido de ella, pero aparte de Gema, nadie se había ofrecido concretamente a echarle Una mano. Dejad que Sagitario se ocupe. (Esto admite más de una interpretación).
Un hermoso día de otoño las dos se dirigieron a una de las tiendas elegantes de Salamanca, en una fiebre de femenina anticipación. La pobre secretaria deliraba de felicidad hasta que entraron en el ascensor. De pronto, Gema la estudió largamente con mirada apreciativa y declaró firmemente en voz alta: “Será mejor que vayamos primero al Departamento de Gordas”.
El arrobamiento extático cedió inmediatamente paso al aturdimiento del shock. El novio de la secretaria le decía siempre que era “agradablemente llenita”. Ahora, un doloroso relámpago de sinceridad jupiteriana la había convertido en un pequeño hipopótamo. La muchacha todavía recuerda como se dieron la vuelta a mirarla con curiosidad todos los que iban en el ascensor, mientras ella se preguntaba si su novio no la encontraría secretamente grotesca. Pero la buena de Gema arregló las cosas; al advertir la confusión de la chica, le hizo inmediatamente un chiste para levantarle el ánimo: “Y si allí no encontramos nada que te vaya bien, siempre podemos probar con las tiendas en el Departamento de Camping. Todos los que iban en el ascensor se unieron a las carcajadas con que Sagitario festejó su propia broma.
Poco después de la cálida y generosa excursión con su secretaria, Gema puso la mira en su jefe, el editor, a quien el médico había ordenado que no bebiera durante un año. Un año entero. Había sufrido una hepatitis infecciosa y no debía probar alcohol; ni una gota. Después de doce largos meses sin humedecerse siquiera los labios, estaba lógicamente orgulloso de su fuerza de voluntad. Gema, que acababa de volver de Estados Unidos, le salió con uno de los cumplidos típicos de Sagitario.
–¿Que tal la bebida? –empezó, mientras él la escuchaba sonriente–. Me dijeron que está tratando de no empinar el codo.
…Tratando? ¿Después de doce meses sin una sola gota, tratando? Mientras él recuperaba la compostura, Gema siguió impertérrita:
–¿Sabe que mañana por la noche hay una fiesta por el libro de José? Pensaba que tenía que advertirle, pero nunca puedo verle a solas.
¿Advertirle? ¿Advertirle de qué? Ante la nueva amenaza, el editor se olvidó de su disgusto. Ella prosiguió:

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