El jefe Tauro

¿Dices que tienes uno de esos jefes Tauro que son un encanto, nunca fastidioso ni rezongón, y que no necesitas ningún consejo ni advertencia para saber cómo conducirte con ese ser tan complaciente, encantador y dócil? ¿Así que lo tienes exactamente donde quieres… en la palma de la mano? Bueno, pues ciertamente que estás aprendiendo a conocer los signos solares a tiempo para evitar un desastre. Antes de que sea demasiado tarde, mejor que te aprendas de memoria la única regla básica para el trato con un ejecutivo Tauro: No agotes su paciencia.
Es una regla más rígida de lo que parece. Si es el típico jefe Tauro, tiene una paciencia tan enorme que es una gran tentación ponerla a prueba. Su manera de ser es tan pacífica, su disposición tan equilibrada, que no será raro que para tus adentros lo consideres una especie de viejo oso bonachón, y que empieces a tratarle como a un oso informal y simpático, un poco testarudo tal vez, pero bondadoso y completamente inofensivo. Te acordarás del final feliz del cuento de Ricitos de Oro y bajarás la guardia, y eso es exactamente lo que no tienes que hacer. Eso puede ser el principio del fin.
Sí, ya se que Ricitos de Oro se comió los copos de avena de Papa Oso, se sentó en su sillón y durmió la siesta en su cama, y le salió todo bien. Pero los osos no son toros; no te confundas de animal. Aunque en la jerga de la bolsa norteamericana se usen ambos términos para designar oscilaciones en la cotización de acciones, eso no quiere decir que sean válidos en la oficina. Los osos viven en el bosque y suelen arrojarse sobre la miel. Los toros viven en el campo y suelen atacar a la gente que les molesta. Un oso puede estrujar a un extraño con ánimo de diversión, pero sin intención de dañarlo; son juguetones. Los toros pueden arrasar con los entrometidos y hacer pedazos el armario de la porcelana, presas de una furia ciega, y a propósito. Son peligrosos. Y terminemos con la lección de zoología.
Por hoy, estás a salvo, pero ¿quién sabe lo que puede traer mañana? Tal vez te veas súbitamente lamentando haber puesto demasiado a prueba la paciencia de tu jefe Tauro. Es posible que desees no haber abusado tan confiadamente de su buena disposición. No es difícil ver cómo tomaste por mal camino. Les sucede siempre a los que trabajan con ejecutivos Tauro. El Toro es tan dulce y comprensivo cuando le entregas una carta mal mecanografiada que tal vez no te preocupes después por mejorar tu ortografía. Es tan considerado cuando se te embarullan las cifras del informe semestral que es posible que te descuides un poco con los aspectos matemáticos de otros papeles.
Como no vocifera ni te mira echando chispas cuando te tomas media hora extra para el almuerzo, quizá la semana próxima trates de tomarte una hora y vayas luego alargando la cosa hasta llegar a dos. Es tan fácil entrar en el paraíso de los tontos. Si te has permitido el lujo de entregarte a la holgazanería, bajo el hechizo de la personalidad campechana y los modales tranquilos de tu jefe Tauro, lo mejor es que te pongas sobre el escritorio uno de esos carteles, como los que usan en el campo, que anuncian “Cuidado con el toro. Es posible que muy pronto te salve la vida, o el puesto de trabajo por lo menos, y hay veces que ambas cosas son más o menos sinónimas. No creo que puedas decirle al propietario de tu casa: “Siento haberme atrasado tres meses con el alquiler, pero es que todavía no he encontrado trabajo. Del último que tuve me despidieron sin preaviso, porque fíjese que tenía un jefe nacido en mayo, y la influencia de Venus hizo que no entendiera bien el temperamento taurino. Fue Venus, realmente, la que me despistó”.
Si encuentras un propietario que después de semejante explicación no te ponga inmediatamente de patitas en la calle, entonces tú vives en el país de Oz.
Es mucho más fácil que pongas en práctica desde el comienzo tu conocimiento de los signos solares. La razón de que tu jefe se mostrara tan tranquilo y simpático cuando mecanografiaste esa carta, cuando te equivocaste en el informe y te demoraste tanto a la hora de almorzar no es que sea un oso bonachón que se deja llevar por delante, ni que su timidez le impida expresar sus deseos o ejercer su autoridad. Francamente, creyó que no tenía sentido hacerte pasar un mal rato formando un gran escándalo por unos pocos errores. Calculó que tendrías el suficiente sentido común (no te olvides de esta frase) para no repetirte como un disco rayado. Decidió observarte pacientemente para ver si tu espíritu práctico te alcanzaba para enmendar por ti mismo los errores del pasado. ¡Ahí está la cosa! Su paciencia estaba cuidadosamente calculada en función de un propósito definido: ponerte a prueba y darte una oportunidad de demostrar tu amor propio. Él admira a la gente que es capaz de disciplinarse sola. Si él se hizo por su propio esfuerzo, ¿por qué no has de hacer lo mismo tú? Está dispuesto a darte la oportunidad.
Tauro está decidido a ser justo con todo el mundo. No se apresura a juzgar, no espera milagros de la noche a la mañana, no se molestará porque te lleve algún tiempo adaptarte a sus métodos y a sus procedimientos establecidos. Te dará oportunidad de que encuentres tu camino, y más de una vez se hará el distraído si ve que tropiezas. Pero no te confundas ingenuamente respecto de su objetivo final.

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