La confianza en la rutina y el amor por el orden típicos de Virgo, y el amor por la fiesta de Géminis, amenazan a esta relación, que puede empezar de manera brillante con intereses mentales compartidos y una conversación fluida.
Pero tratar de atar a Géminis, aunque sea con una finísima hebra de pasión, sólo consigue que este luche aún con mayor ahínco por libertarse.
Mientras Virgo sueña con veladas compartidas en un prolijo hogar, Géminis está fuera, perdido en un mundo lleno de diversión y entre personas a quienes seducir.
Muy pronto la calma y la dulzura del signo de la Virgen, que atrajeron a Géminis al principio, pueden convertirse en un aburrimiento espantoso.
La relación debe funcionar si usted tolera la necesidad constante de cambio y de conversación de Géminis, y es pródigo en halagos.
Pero debe aceptar que nadie podrá satisfacer jamás todas las necesidades geminianas.
Ésta nunca será una opción fácil, aunque usted puede pasarse toda una vida feliz intentando que funcione.