El Carro
Cuatro columnas sostienen el palio de la carroza. Se afirma que estas columnas aluden a los cuatro elementos: fuego, aire, agua y tierra; también a los cuatro seres de la Carta XXI. Cada pilar está dividido en dos partes iguales, recordándonos, como lo señala Foster Case, la máxima Hermética: «Aquello que está arriba es igual a aquello que está abajo».
Sobre cada hombro del cochero hay una cara que mira en dirección opuesta, hacia afuera; los caballos tienen sus cabezas vueltas hacia adentro. Se supone, de acuerdo con «Papus», que las caras son el Urim y el Thummin, del soberano que realiza el sacrificio. Una vez, más nos encontramos con los impulsos carnales y espirituales, representados en esta carta, que aparentemente son bien manejados por el cochero (ya que los animales avanzan dócilmente). Es posible que los dos caballos pudieran simbolizar también los dos componentes más sutiles del hombre, a los que el cochero tiene bajo control, aunque este concepto parece más bien rebuscado. De cualquier modo, el cochero puede relacionarse con el joven de la carta anterior, quien ahora está avanzando; si lo hace en forma beneficiosa para él o no, dependerá de la medida en que pueda evitar que sus más bajos instintos lo dominen. Sin embargo, como la figura de esta baraja no está guiando los caballos, que avanzan sin necesidades de riendas, parecería que ha dominado completamente sus instintos, lo que constituye el sentido más elevado de este arcano. Kl número siete es, por supuesto, un número sagrado, y desempeña un importante papel en el misticismo. De acuerdo con las antiguas enseñanzas, el Hombre se compone de siete cualidades que están bajo la influencia de los siete planetas. Podemos interpretarlo en el sentido de que el Mago ha llegado al final de la primera etapa de su desarrollo.